Nuestra Historia

Nuestra Historia

Milenios atrás, todo lo que nos rodea no existía. No había reinos divididos, ni siquiera bosques y tierras fértiles… No había vida en este lugar. Sin embargo, de eso hace muchísimo tiempo, pero es imprescindible conocer cómo todo esto cambió para llegar a ser lo que ahora es: nuestro hogar.

Por alguna razón desconocida, algo en nuestras tierras atrajo la atención de la diosa Moriel y el dios Galadnor, haciendo que ambos decidieran convertirlas en un lugar hermoso y próspero. Codo con codo, los dioses crearon bellos rincones plagados de naturaleza, así como criaturas salvajes que los habitaran. Pronto los hombres, esos seres a menudo egoístas con los de su propia raza, se interesaron por aquella zona y montaron en ella su propia civilización. Tanto Galadnor como Moriel se sentían orgullosos de su creación, hasta el punto en que acordaron construir un último lugar entre toda aquella belleza: una Fuente Divina, un preciado y limitado tesoro, formado por la magia del dios y la diosa a partes iguales.

Pasaron décadas y entre los habitantes de aquel territorio comenzó a correr la leyenda de la existencia de la Fuente Divina: algunos aseguraban que guardaba un agua mágica capaz de curar cualquier enfermedad, otros incluso se aventuraban a decir que proporcionaba la inmortalidad a aquel que la tomaba, mientras que unas pocas deliraban entre que se podía visualizar el futuro sobre la superficie de ésta o simplemente que mostraba todo aquello que se le preguntaba. No obstante, los verdaderos poderes de la Fuente Divina jamás fueron conocidos. ¡Ni intentes conocerlos, pues no lo conseguirás! ¿Y por qué no, te preguntarás? Aunque durante un par de siglos el equilibrio pobló aquellas tierras, todo cambió de un día para otro. Las ideas de los dioses eran totalmente opuestas: Galadnor mantenía que la base de la paz era la convivencia entre todas las criaturas y el cuidado de la naturaleza; mientras que Moriel pensaba en sus propios intereses, en expandir los territorios más allá y sostener la oscuridad por todo el reino. Fue entonces cuando se produjo un choque y el odio surgió entre ambos. Los habitantes se dividieron en dos: los que apoyaban las ideas de Galadnor y los que compartían el mismo pensamiento que Moriel. Fue así como nacieron los diferentes reinos que hoy constituyen la mayor parte de nuestra geografía.

Mas lo que los dioses no habían previsto era que la Fuente Divina, la más perfecta de sus creaciones, se iba a destruir del mismo modo que su alianza lo hizo. El agua que fluía por ella se evaporó, desapareció, se esfumó. Sin embargo este hecho no fue conocido por nadie salvo por los mismísimos dioses…

Siglos después, tanto los habitantes de Moriel como los de Galadnor continuaron investigando el posible lugar donde la fuente se encontraba. No se sabe con exactitud cuál fue el que lo descubrió primero, sólo que una vez conocida esta información ambos acudieron sin pensarlo un instante, y así fue como los dos reinos se encontraron en las montañas Herusin, más concretamente en las cuevas de Cuivie, el lugar donde creían que se encontraba la Fuente Divina. Pero al llegar lo único que vieron fue lo poco que quedaba de ella, y ni rastro del agua sagrada. Si la enemistad entre los reinos ya era notable por las diferencias entre sus dioses, aquello fue la gota que colmó el vaso (a pesar de que allí no había gota alguna): el reino de Moriel y el reino de Galadnor se declararon la guerra en aquel preciso momento, pues unos culpaban a los otros de la destrucción de la Fuente Divina. Miles y miles de guerreros murieron a manos de sus oponentes durante años llenos de furiosas y terribles batallas. Familias se destruyeron y muchos fueron exiliados por traición o se marcharon por ellos mismos de su reino, estableciendo una pequeña civilización entre ambos reinos. La vida parecía que comenzaba a apagarse por todo el territorio.

A pesar de ello, la sed de sangre fue calmándose lentamente…

Siglos después, los habitantes de ambos reinos dejaron aquella sangrienta guerra. No obstante, el odio permaneció hasta nuestros días latente entre ellos; generación tras generación han aprendido a odiar a cualquier ciudadano del reino contrario por el simple hecho de serlo. Las tensiones permanecen visibles y nada nos dice que no pueda resurgir la temible guerra entre ellos. Mientras tanto, Moriel y Galadnor vigilan a sus habitantes de cerca, asegurándose de que sus ideales se mantienen vigentes en cada uno de sus reinos. Al igual que los hombres, cada uno de los dioses echa la culpa al otro de que la Fuente Divina se destruyera. ¿Algún día hallarán la paz? ¿El equilibrio regresará a nuestras tierras? Preguntas sin respuesta y confusas todavía, pues ninguno de los dos está dispuesto a volver a formar una alianza con el otro para devolverle el poder necesario a la Fuente Divina y que el agua vuelva a fluir en ella. Lo mismo ocurre con nuestros reinos: se necesita una alianza entre ambos para devolver la paz a estas tierras.

La pregunta es: ¿conseguirán la luz y la oscuridad volver a ser una?